Del relato al guion: Tres películas que no defraudaron a sus orígenes —Otro tocho.—

Creado por torpeyvago el 21/06/2021 15:13
  • 1 respuestas
  • 1147 vistas
torpeyvago 21/06/2021 15:13

Es normal oír a cualquiera decir que una película no le ha gustado y que el libro es mucho mejor. Y suele ser cierto. Es difícil adaptar un relato escrito al cine salvo que se den una serie de especiales circunstancias que voy a tratar de ejemplificar con tres películas.

La primera es «El nombre de la rosa» (1986). He sido un ávido lector de las siete novelas de Umberto Eco —a pesar de que estoy de acuerdo con que han ido perdiendo cierta capacidad de atracción conforme han ido saliendo—. Hay que reconocer que no es una novela fácil, al menos para este humilde lector. La primera vez que me la leí, lo reconozco, se me quedaron algunas lagunas —del tamaño de un mar interior— por entender; conseguí más tarde una edición con «apostillas» y la devoré como si no hubiese un mañana. No me importa parar la lectura para leer aclaraciones.

Cuando salió la película fui reacio a verla por tres motivos. El primero, porque me gusta, en general, darle un tiempo a todo «lo que sale» para evitar tragarme truños «de moda»; el segundo, por las malas críticas que había tenido; el tercero, lógicamente, por miedo a perder el buen sabor de boca que me dejó la novela. Al final la vi y, a pesar de ciertas lógicas ausencias, me encantó. ¿Por qué? Porque toda la acción de la novela está incluida en la película y una parte, pequeña, de los conceptos filosóficos e históricos están presentes en forma de diálogos no demasiado recargados. El contraejemplo es «El Señor de los Anillos»: tres películas infumables en la que se saltan capítulos, se mezclan batallas, desaparecen personajes fundamentales —Tom Bombadil—; todo con la excusa de que la novela es larga.

La segunda es «Asesinato en el Orient Express» (1974). Sí, me he leído todo o casi todo lo que hay de Agatha Christie en español, incluyendo los muy ñoños relatos de Harley Quin —nada que ver con los cómics de Harley Quinn—. Me gusta y no me da vergüenza decirlo. Además de ser una gran novela policíaca, muestra con gran detalle —lo mismo que otras novelas de la Christie— la sociedad británica de la época y los escenarios exóticos que la autora visitó a lo largo de su vida. Y eso es importante. ¿Por qué me gustó? El director toma cada uno de los detalles de la novela y lo traslada a la pantalla. Las descripciones se corresponden con las del libro, los diálogos son calcados y hay un esfuerzo mucho más que notable, casi obsesivo, por el ambiente y la fidelidad histórica. El secreto: tener buenos asesores. ¿Cuál es el sueldo de un asesor —licenciado o doctor en historia— y el de un productor ejecutivo? No es que los productores ejecutivos no sean necesarios, es que con el sueldo de uno se pagan diez asesores.

Contraejemplos —de costes de efectos especiales muy, muy altos y constatable falta de asesores bien informados—, «Gladiator» (2000), «Braveheart» (1995); por muchos premios que recibieran, a este espectador semianalfabeto le levantaron un sarpullido.

La tercera es «Blade Runner». Basada, muy libremente, en la novela de Philip K. Dick «Pero, ¿sueñan los androides con ovejas eléctricas?», creo, sinceramente, que supera a la novela con creces. Y antes de que alguien quiera quemarme por hereje, hay que matizar esta opinión. La novela de Dick es increíble. Creo que es la que más me gusta de las que le he leído del autor, sobre todo, por lo sorprendente de las consecuencias que predice de la tecnología en la vida cotidiana. Por ejemplo, la «zombificación» social por la invasión audiovisual, en este caso en la figura de la mujer del protagonista. También, y es el tema principal de la película, el enfrentamiento a la sustitución humana: Históricamente, primero fueron las bombas de vapor en las minas; luego, las segadoras, después, las hojas de cálculo; ahora, Hatsune Miku está camino de ser la cantante de más éxito de toda la historia. Pero luego llega «Blade Runner» con el Ford, el Vangelis, el Hauer, la Young... Y, bueno, para qué continuar. Y no contentos con eso, hace unos años se publicó la versión del director con un final que redondeaba por completo —y que todos sabíamos en el fondo que faltaba— la ya de por sí magnífica película. ¿Por qué gustó tanto? Sencillamente porque el libro de Philip tocaba muchos temas simultáneamente. La película se centró en un par de aspectos: el ambiente y la persecución - odio a los androides. Dicho de otra manera, del libro se podrían haber extraído seis o siete novelas del tipo «Canción de hielo y fuego» y los lectores estábamos ávidos de ese universo que el escritor dejó tan solo insinuado. ¿Quizá el libro era demasiado corto y la duración de la película era la acertada? El propio Philip K. Dick estaba entusiasmado con la adaptación y sus palabras se pueden interpretar así.

En definitiva, para que al pasar un relato a un guion —cinematográfico o de historieta— no defraude al lector original del relato, se debe cumplir que:

  1. Hay cambios necesarios: emplea el ingenio para que se adapte, «se pegue» al relato, no busques la solución brusca, única.
  2. Sé muy fiel a la historia que se plantea. Documentación, lectura y meditación para crear el ambiente y la acción.
  3. Trata de que la longitud de la historia abarque la historia en su justa medida. No acortes ni, más común, alargues la historia.

En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...